3 dic 2013

CIERRE- TALLER DE ACTUACIÓN 2013- ALUMNOS 1 ER AÑO


EUGENIO BARBA Y SUS ISLAS FLOTANTES...

PARA NO OLVIDAR....

EUGENIO BARBA – MÁS ALLÁ DE LAS ISLAS FLOTANTES

El cuerpo del teatro no puede vivir de su propia sangre. Cada vez que baja a la calle y encuentra la realidad, recibe golpes, pierde sangre por heridas que no se curan.
El cuerpo del teatro no puede vivir de su propia sangre. Su hemofilia exige que se alimente de sangre procedente de otros cuerpos. Siempre tiene necesidad de nueva sangre, no puede sobrevivir por sí mismo. Hay un teatro hemofílico que niega su condición: de belleza diáfana, dentro de su torre de cristal, está rodeado de magisters y de exégetas que lo proclaman eterno y llevan a cabo operaciones de reanimación mediante diagnósticos y teorías. Pero existe un teatro consciente de sus hemorragias, que se separa del círculo protector de los sabios y parece perderse en una realidad que lo ignora y degrada, que no sabe que hacer de él, que, en su colisión con la realidad, sangra.
Es necesario sobrevivir. Transfusiones irrigan el cerebro con una sangre que no proviene del cuerpo del teatro, sino de otros cuerpos, hasta aquí ignorados, mantenidos a distancia, rechazados como traidores y peligrosos.
El que quiere tratar su hemofilia tirándose contra cada obstáculo, parece tocado por una nueva forma de percepción, de uso de sus propios sentidos, de reflexión. Vive una nueva vida que, a veces, no puede explicar. Y los sabios y los magisters sacuden la cabeza al observarlo, molestos por este enfermo que en lugar de seguir las prescripciones, se cura solo, obteniendo resultados como cualquier curandero de provincia, que debe ser rechazado en nombre de la ciencia y de la razón.
Tú pierdes sangre, y mientras te niegas a permanecer tendido bajo un baldaquín, has ido más allá, has franqueado la frontera que conduce a una tierra de nadie: detrás de ti se extiende el territorio del teatro, delante de ti, otra frontera. Ignoras a que territorio te lleva. Avanzas con prudencia pero obstinadamente. A veces tus pasos te conducen atrás hacia la frontera del teatro y los sabios y los magisters sonríen aliviados. A veces pareces desaparecer en el horizonte y tu destino llega a ser incomprensible.
¿Quién eres? ¿Un solitario que va a desaparecer en el desierto, o bien alguien que, avanzando, incluso perdiéndose, llega a trazar una pista?